La idea era motivar a los niños y niñas a la lectura y escritura, motivarlos a hacerlos partícipes de este mundo el cual muchas veces lo encuentras fome y aburrido. En concurso consistía en crear un cuento con un tema libre, con un máximo de tres hojas, y las dos únicas reglas eran que fuera original y que hecharan a volar su imaginación.
Las categorías fueron
* 1º Ciclo
*NB3 - NB4
*Nb5 - Nb6
Los cuentos están publicados a continuación con el respectivo nombre y seudónimo de cada participante.
¡Felicidades Niños y Niñas!, estamos orgullosos de ustedes...
EL NIÑO DEPORTISTA
(José Sepúlveda Gajardo) 1º ciclo 1º lugar
Había una vez un niño que se llamaba Andrés. A él no le gustaban los deportes, le gustaba ver televisión.
Un día la profesora le dijo que tenía que hacer deportes para tener una vida sana y no tener problemas de salud.
Andrés comprendió que la profesora tenía razón y comenzó a hacer deportes. Después de un tiempo él era un buen deportista.
Un día fue a competir con otras personas y el obtuvo el primer lugar y sus profesores lo premiaron con una medalla y los alumnos lo felicitaron y también los papás, entonces el fue corrigiendo hacia otros niños, enseñando que tenían que hacer deportes para tener una vida saludable.
(Autor: Catalina Fernanda Domínguez 6º Básico) 1º lugar NB3 – Nb4 Nayarette Miranda
Había una vez una niña que se llamaba Antonia, ella siempre iba al colegio, era muy estudiosa y responsable con sus tareas.
Un día llegó a su curso un compañero nuevo, se llamaba Andrés y a Antonia le llamó la atención, se hicieron amigos hasta que ella se enamoró perdidamente de él. Pero Andrés no la tomaba en cuenta y eso le hacía mal a Antonia.
Se empezó a enfermar porque no comía, hasta que le contó a su mamá que es lo que le pasaba ya que ésta no entendía el comportamiento de su hija. Antonia le contó, y su madre se enojó.
Al día siguiente Antonia apareció llena de moretones y sus padres decidieron sacarla del colegio y cambiarla a otro.
En las vacaciones de verano los padres decidieron irse a vivir a Santiago, a Antonia la matricularon en el colegio Santa Marta en el 2º Medio.
A Antonia se gustaba su curso y su colegio, al parecer había olvidado su desilusión amorosa.
Con el tiempo Antonia volvió a creer en el amor, ya que conoció a otro muchacho que si le correspondía su amor, se llamaba Gustavo.
Primero fueron amigos y luego empezaron a pololear, a los padres de Antonia no le gustaba mucho que su hija pololeara, pero ella decía que solo eran amigos.
En Santiago la situación económica no era muy buena, el padre de Antonia perdió su trabajo y la situación empezó a empeorar. Por esto, Antonia dejó el colegio y empezó a trabajar, ya que a veces no tenía que comer.
Sus padres siempre le sacaban en cara que tenían que alimentarla y vestirla a ella y a su madre.
El padre comenzó a beber hasta que se convirtió en un alcohólico.
Antonia seguía pololeando con Gustavo, ya estaba en cuarto medio y pensaban casarse, hasta que un día quedó embarazada y todos sus planes se fueron al tarro de la basura.
El padre la echó de la casa y la madre no pudo hacer nada para ayudarla, entonces Antonia se fue a vivir con su novio.
Durante las vacaciones de ese año, Antonia se fue de viaje con su novio y la familia de éste, pero tuvieron un accidente en el cual murieron todos y Antonia quedó grave hospitalizada por varios meses, todos pensaban que no se mejoraría, pero ella tenía muchas ganas de vivir, Se recuperó y se fue a estudiar a la escuela de carabineros, de su madre nunca más supo y menos de su padre.
En el accidente Antonia perdió a su bebé y se quedó sola en este mundo, pero la vida le tenía preparada una sorpresa.
Antonia se fue a trabajar al norte como carabinera y un día en su turno recibió a una mujer muy maltratada, quien fue a hacer una denuncia por violencia intrafamiliar, pero al mirarla bien, Antonia se dio cuenta y pudo reconocer en esa mujer a su madre.
Venía a denunciar al padre que seguía maltratándola.
Antonia por fin pudo ayudar a su madre a salir de ese infierno y sobre todo pude reencontrarse con su querida madre.
Desde ese momento la vida les comenzó a sonreír y todas las penas que habían vivido quedaron atrás.
Fin.
UN AMOR QUE NO PERMITE BARRERAS.
(Rocy 8º básico) 1º lugar categoría Nb5 – nb6 Rocío Meyer.
Hace ya mucho tiempo en Holanda, un país muy tranquilo vivía una niña judía de 13 años, su nombre era Noemí. Era una joven hermosa, inteligente y culta.
A ella le gustaba mucho estudiar y era muy buena alumna. Vivía en un internado porque era huérfana ya que sus padres y su hermana habían muerto en un gran accidente cuando ella tenía tan solo 6 años.
El tiempo transcurrió y ella ya tenía 17 años, luego de mucho estudiar, se graduó de un pequeño curso de enfermería. En esa década comenzó una segunda guerra mundial donde hubieron muchos heridos; Noemí en sus ratos libres los atendía y los curaba.
Al año después la situación comenzó a cambiar, ya que empezó una gran persecución contra los judios, de la cual Noemí logró esconderse pero no por mucho tiempo.
Cuando los nazis encontraron a Noemí, la llevaron a un campo de concentración. Estubo allí por mucho tiempo, pasando frio y hambre; siendo humillada y esclavizada por los nazis, pero ella nunca se daba por vencida y tenía la esperanza de que algún día iba a salir libre y a salvo de aquel lugar que le causaba tanto terror.
Un día un nazi recién ingresado al campo de concentración, conoció a Noemí y se sorprendió al ver que una judia como ella, podía ser tan linda, inteligente y optimista. El alemán se llamaba Hans, él siempre ayudó a Noemí a sobrevivir.
Comenzaron un romance a escondidas, concientes de que si los descubrían los matarían. Un día planearon fugarse del campo de concentración, pero el clima no lo es fue favorable y tuvieron que postergar el plan. A los tres días después lograron escaparse, los persiguieron por tres días, pero finalmente lograron escapar a salvo del país.
Cuando llegaron a su país de destino, Hans le pidió matrimonio a Noemí; compraron una casa en el campo se casaron y formaron una familia, con dos hijos, los cuales se llamaron Amelia y Hernán; Hans y Noemí siempre le dieron grandes valores a sus hijos, los que con el tiempo fueron grandes profesionales, una doctora y un abogado; ellos se casaron y se fueron del lado de sus padres.
Hoy en día Hans y Noemí siguen su vida, disfrutando sus últimos años de vida y promocionándose mutuamente que olvidarían su tan oscuro y mal pasado, para así vivir felices por siempre.